Daniel Cohen: «El círculo vicioso de la austeridad está machacando a Europa»
El economista francés Daniel Cohen ha publicado el ensayo Homo economicus
La competencia y la cooperación como elementos que es necesario conjugar para caminar hacia un modelo económico rentable pero más justo que el actual. Este es uno de los grandes argumentos que el economista Daniel Cohen (1953, Túnez) defiende en Homo economicus, el profeta (extraviado) de los nuevos tiempos (Ariel). Y es que para este experto, la figura que ocupa el título de su ensayo (homo economicus) y el homo moral son dos elementos cruciales en la actualidad que se baten en duelo en un interesante ensayo en el que Cohen analiza el modelo occidental para proponer un replanteamiento general en el que las relaciones económicas no tengan que pasar necesariamente por encima de otros intereses “menos productivos” pero igual de “necesarios”.
– ¿Qué es el homo economicus?
Es la parte de todos nosotros que se centra en el interés, en la atención de riqueza, en el beneficio… La cuestión es saber cómo coexiste esta dimensión con el resto de dimensiones: la moral, la afectiva…
– ¿Cómo coexiste?
Con dificultades. Y es el punto de partida del libro con el ejemplo del director de un centro de transfusión sanguínea que, para intentar aumentar el número de donaciones, decide ofrecer una prima a las personas que vayan a donar sangre. Su medida de estímulo tiene un efecto totalmente contrario porque el número de donantes disminuye. Esto demuestra que hay que elegir el registro en el que uno intenta captar a las personas… No solo hay un interés económico, también hay un interés moral, por ejemplo querer recibir el reconocimiento de nuestros colegas de trabajo. En los últimos 30 años se ha impuesto una preocupación económica que acaba prevaleciendo sobre la necesidad o el deseo del trabajo bien hecho. Y eso creo que provoca una pérdida para las personas que se ven sometidas a un criterio de rentabilidad económica preponderante sobre el resto de criterios. En los lugares de trabajo al final lo que se ve es un mayor empobrecimiento y a veces incluso una menor eficacia de trabajo.
– ¿El hombre económico y el moral no son compatibles en la actualidad?
Creo que no. El homo economicus excluye al moral. Las instituciones son las que deben decidir dónde se ejerce cada cual. En los mercados financieros, por ejemplo, no existe una moral al uso, no existe un autocontrol. Por tanto, si no hay presión externa nada empujará a esos individuos a actuar correctamente o a establecer límites. En la empresa estamos jugando con fuego porque es necesario que existan esas relaciones de respeto entre colegas y si sustituimos eso por incentivos a ultranza lo que vamos a hacer es acabar con la relación laboral en el sentido en el que acaba cundiendo un desencanto, un cinismo y un oportunismo que creo que se vuelve en contra del propio capitalismo porque la desaparición del valor trabajo es algo negativo para el capitalismo.
– …
Si analizamos el origen de la crisis, nos daremos cuenta de que los trader, las finanzas en Wall Street, han hecho gala de un enorme cinismo porque cuando están en juego miles de millones de euros se sobrepasan líneas rojas que hacen que evidentemente la opinión del resto de la sociedad tenga bastante menos importancia que los enormes beneficios. Pero es un error considerar que lo económico va separado de lo moral como lo público de lo privado. El papel de las instituciones debe ser protegernos en la vida económica. El papel de las instituciones, que no están haciendo, es protegernos, hacer que las limitaciones sean vivibles y que no exista constantemente una sospecha generalizada de mala acción que lleva en el ámbito de la universidad a controlar qué publicaciones o qué premios se reciben y en el ámbito de la empresa a seguir día a día el volumen de negocio y la rentabilidad.
– ¿Por qué no nos están protegiendo?
Han abandonado sus criterios de excelencia científica obligados en buena parte por la globalización que exige unos criterios mucho más simplificados y casi caricaturescos. Al final un colega útil puede ser dejado de lado si no es suficientemente visible, si no atrae promesas de recursos, si no va a ser suficientemente notorio. Y en la empresa sucede lo mismo: un intento de mejorar la rentabilidad a corto plazo acaba teniendo efectos claramente perniciosos.
– ¿Puede poner ejemplos?
Dar primas sistemáticamente, como sucede con los comerciales, lleva en muchos casos a que se dejen de lado proyectos de valor más difuso pero importantes. Este sería el ejemplo del centro de transfusión de sangre. Otro ejemplo es el del profesor que recibe primas para que sus alumnos aprueben la selectividad, algo que va totalmente en contra de lo que esperamos de un profesor, que es que se ocupe de que mejoren tanto los alumnos más buenos como los que tienen dificultades para que también sean mejores. Sería catastrófico. Esto en la literatura económica es conocido: los indicadores de rendimiento acaban barriendo y aplastando al resto de indicadores y eso se ve claramente en las finanzas donde se ha llenado el mercado de productos que no eran buenos, como se ha visto a posteriori, pero que tenían una buena rentabilidad a corto plazo. Por tanto, no todo es matematizable. En concreto, la satisfacción del trabajo bien hecho es algo que no está sujeto a números.
– …
La sociedad capitalista tiene claramente dos pilares o vectores: por un lado la competencia y por otro la cooperación. Si eliminamos la competencia, como se hizo en la Unión Soviética, el sistema no funciona. Pero eliminar la cooperación, como se hace con el enfoque Wall Street, es un desastre. Hay que buscar ese equilibrio incluso dentro del capitalismo.
– ¿Es Alemania el Homo economicus de Europa?
Alemania es la hormiga, y el resto de Europa la cigarra… Alemania cree que los demás países tienen la culpa, haciendo caso omiso de las leyes de la macroeconomía: para que un país tenga superávit, necesita que otro tenga déficit. Hemos vuelto a la vieja cuestión planteada por Keynes en los años treinta: cualquier ajuste debe tener en cuenta tanto el acreedor como al deudor, si se quiere evitar una recesión global. Esta es realmente la situación de la Europa de hoy.
– ¿Puede el 99% de cambiar lo que impone el 1%?
¡Obviamente! Mientras vivamos en democracia. El punto crítico sin embargo, no es sólo el nivel de redistribución a través de impuestos sino también facilitar la provisión de bienes públicos como la salud, la educación, el trabajo de las ciudades…
– ¿Cuál es el papel de los países emergentes en el contexto económico actual?
Doble. En primer lugar, actualmente son el único motor de crecimiento económico. Así que los países están mejor posicionados para exportarles bienes y servicios son los que pueden apuntar el crecimiento. Por otro lado, hacen aumentar el precio de las materias primas y empeoran el riesgo de cambio climático, por este motivo crean fuerzas contrarias contra el crecimiento económico.
– ¿Quién ha adoptado mejores medidas durante la crisis: Occidente o China?
China había acumulado un gran ahorro en los años previos a la crisis, y esto le está ayudando a esquivarla. Sin embargo, el modelo chino no es sostenible a largo plazo. El país necesita aumentar el bienestar de su población, dándole mayor seguridad social y aumentando los sueldos. También necesita reaccionar mejor al resto medioambiental.
– ¿Cree que el BCE está actuando correctamente?
Cuando Mario Draghi dijo que haría todo lo necesario para salvar el euro, cambió las reglas de juego. El programa OMT es un salto cualitativo. El problema no es sólo que llegó muy tarde, sino que todavía no se ha puesto a prueba. A día de hoy, sigue estando condicionado a que se lleve a cabo el programa de la Troika. Teniendo en cuenta lo que ha pasado en Grecia y Portugal, no estoy seguro de que España o Italia acepten llevar a cabo el programa.
– ¿La austeridad es la solución?
Austeridad trae recesión, que provoca más austeridad. Este círculo vicioso está machando a Europa. Países como Grecia e Italia tienen hoy superávit estructural. ¡Para ellos, la austeridad debe terminar! Para un país como España, que tiene un déficit estructural de alrededor del 4,5%, debería haber una respuesta europea que aliviara las consecuencias del ajuste. Moverse más rápido hacia la unión bancaria, movilizar fondos europeos cuanto antes mejor debería ser la forma más correcta de evitar un nuevo ciclo de austeridad y depresión.
Fuente: Diario La Vanguardia 31 de julio 2013