Keshap Gurung, el sherpa lección de solidaridad y lealtad

«Cómo me duelen los pies!», exclamaba ayer Manuel Lolo González poco antes de visitar a Keshap Gurung, el porteador de altura que permaneció hasta el final junto a Juanjo Garra en el Dhaulagiri. González, a quien ya amputaron tres dedos por las congelaciones sufridas en una anterior ascensión, tiene otras tres falanges tocadas a causa de la noche que vivaqueó a unos 7.500 metros de altura, tras el accidente de su compañero. Ayer, González y los otros miembros de la expedición visitaron a Keshap, de 38 años, y a su familia en su casa de Katmandú, un día después de recibir el alta. Keshap respondió a las preguntas formuladas por ‘La Vanguardia’ a través de Manuel González.

«El médico le ha recomendado reposo, pero no sufre secuelas de su edema cerebral», confirmaba el alpinista andaluz. Una vez concluida la temporada y con la llegada del monzón la inactividad va a ser obligada para Keshap, pues las expediciones no llegarán hasta después del verano. A pesar de la pesadilla que vivió durante las tres noches que permaneció a la intemperie, a cerca de 8.000 metros de altura, cuidando de Garra, asegura que «si le sale un trabajo, volverá al Dhaulagiri sin ningún problema». «Es mi trabajo, y me gusta más escalar e ir de expedición que hacer de guía en un trekking, pero lo hago para mantener a mi familia», le contaba ayer a González. Subió su primer ochomil, el Cho Oyu, en el 2003, cuatro años después de instalarse en Katmandú procedente de su Laprak natal, en Gorkha, un pueblecito en la zona del Manaslu donde se dedicaba a la agricultura. Él es el único de su familia que sube montañas. Tras el Cho Oyu, cuando tenia 28 años, llegaron el Manaslu, el Everest y el Shisha Pangma, dos veces, y el Annapurna, en una ocasión.

Durante el encuentro de ayer, en el que todos compartieron un plato de dal bat (la dieta del Himalaya, a base de arroz, lentejas y verduras), Keshap manifestó que los tres días que pasó con Garra era consciente de que su vida corría peligro. «Keshap confiaba en que iba a llegar un helicóptero para sacarlos de allí». No tenían nada que comer, acaso alguna barrita energética, y el litro y medio de agua que llevaban cada uno pronto se acabó. «Lo peor fue la sensación de sed y frío; por la noche llegábamos hasta unos 20 grados bajo cero, aunque pudo haber sido mucho peor. Les dejé una manta reflexiva y me cuenta que dormían abrazados para darse calor», explicaba ayer González por teléfono, tras su encuentro con Keshap.

González insistía ayer en la funesta temporada del Dhaulagiri (8.176 m), que ha concluido con tres personas muertas y ocho que precisaron un rescate, y sin ninguna cima. «Es un sinsentido; el día era perfecto y, excepto nosotros, que tuvimos un desgraciado accidente, no se entiende qué pasó con el resto. Todas las expediciones se dieron la vuelta después de nosotros, todas tuvieron problemas; no me lo explico», añadía. «El día siguiente de mi vivac me encontré a una japonesa desfallecida, iba sola. ¿Dónde estaban sus dos sherpas?». La japonesa en cuestión era Chijuko Kono, de 67 años, una de las tres personas fallecidas junto con su sherpa, Dawa, y Garra.

El accidente que se llevó la vida de Juanjo Garra sucedió a unos 8.000 metros cuando éste resbaló y arrastró en la caída a Keshap, su fiel acompañante, que lo cuidó durante tres días…

 

 

Fuente: La Vanguardia 01/06/2013

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