La Economía Mata

 

El papa Francisco dijo que «esta economía mata». Su afirmación no es en absoluto demagógica, falsa, ni exagerada, sino que es verdad. ¿Por qué?


Me alegra mucho que el Papa Francisco haya denunciado públicamente hace escasos meses  lo que muchos y muchas economistas críticos llevan diciendo durante muchas décadas: «Esta Economía mata, porque predomina la ley del más fuerte. El dinero debe servir y no gobernar». Me gustaría en este breve artículo matizar la afirmaciones del Papa para poner nombres y apellidos a la que el pontífice llama «esta Economía» y explicar a través de un ejemplo y de manera muy sencilla por qué la afirmación del Papa no es en absoluto demagógica, falsa, ni exagerada, sino que es simple y llanamente verdad.


«Esta Economía» es la denominada comúnmente como Economía convencional, ortodoxa, neoclásica, neoliberal, capitalista, de oferta y demanda, de mercado, del tener, etc. Orientación de la ciencia económica que domina la mayor parte de los planes de estudio y de las facultades de Economía del mundo. Orientación generalmente asumida como válida por estudiantes, académicos, gobiernos y sociedades contemporáneas. 

 

Para «esta Economía», cuyos fines principales son la acumulación al mayor ritmo posible de los factores productivos capital, trabajo y tecnología, la buena marcha de un país quedará reflejada en su nivel de crecimiento económico. Las buenas políticas, las buenas instituciones y las buenas actuaciones en materia económica son aquellas que hacen crecer el Producto Interior Bruto#.


En «esta Economía» el mercado se define como el ámbito en el que compradores (demanda del producto) y vendedores (oferta del producto) acuerdan las cantidades (producción vendida) y los precios (precio de venta) de cualquier bien y servicio (ver gráfico). Para alcanzar un resultado adecuado desde el punto de vista individual y social, todas las decisiones relativas al «qué» producir, «cómo» producir y «para quién» producir, tienen que tomarse a través del mercado. En «esta Economía», cuando individuos, familias, organizaciones, empresas y organismos públicos se ponen en contacto libremente en el mercado, el mecanismo de precios lleva a una situación óptima para los seres humanos. Esta situación se alcanza asumiendo determinadas condiciones sobre el mercado, la agencia humana y la interacción entre agentes económicos. Existe un elevado número de vendedores y compradores, de modo que ninguno tiene poder para influir en el precio de venta del producto. Los productos o servicios intercambiados son homogéneos. Los consumidores y los productores  están plenamente informados sobre todo lo que concierne a las transacciones. Las personas actúan como si de  homo oeconomicus se tratasen, actuando bajo racionalidad perfecta, conducta maximizadora y comportamiento egoísta, etc, etc.


Quizás sea muy legítimo defender «esta Economía» y posicionarse a favor de ella, al igual que uno o una se posiciona a favor de un equipo en un partido de fútbol. Sin embargo, los y las que lo hacen deben saber, y no pasar por alto, que «esta Economía» no es objetiva ni neutral y las condiciones de las que parte y he mencionado anteriormente no existen. «Esta economía» parte de abstracciones para crear una realidad artificial y falsa que no se sostiene en los hechos. Por lo tanto, cualquier intento de posicionarse en su favor no es más que un posicionamiento ideológico cuyas consecuencias no son ni mucho menos las mismas que las de animar al Madrid cuando juega contra el Barcelona.


Las consecuencias de apoyar en algunos casos las políticas que se desprenden de pensar que la economía es «esta Economía» (privatizaciones, liberalizaciones, desregulaciones, etc.) son desgraciadamente que la gente muere. Sí, muere, así de simple y de duro. Como decía José Luis Sampedro de manera muy sutil, pero gráfica: «la economía de la oferta y la demanda crea colas de invisibles, colas de demandantes que al no tener suficiente dinero para pagar el precio de venta nunca podrán adquirir el bien o el servicio ofertado». Y como digo yo en mis clases de Economía Política, si de lo que se trata en esa transacción es de comprar un coche de lujo o un viaje a París, pues no pasa mucho (aunque animo a todo el mundo a ver París al menos una vez en la vida). Sin embargo, si de lo que se trata es de comprar pan, medicinas o agua, la gente que no puede participar en ese mercado tiene la mala suerte de morir. Qué le vamos hacer, así somos los seres humanos, tenemos la extraña costumbre, aunque «esta Economía» no lo vea, de alimentarnos todos los días. Nuestras cosillas y rarezas, ya saben ustedes.

 

Por Fernando García-Quero – Economistas Sin Fronteras

 

Fuente:www.eldiario.es


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