El capital contra el trabajo
Vivimos un tiempo de reivindicaciones que saturan nuestra capacidad de respuesta y generan un sentimiento de hartazgo. Parece que nos pasamos el día reivindicando, y que reivindicar suele ser algo distinto de generar vida. Tenemos asociado reivindicar a protestar, no a construir. ¡Dejemos de reivindicar! ¡Hagamos algo! Parece que empezamos a decirnos esto.
José Luis Segovia nos recuerda que reivindicar no es simplemente hacer peticiones externas a instancias superiores, sino que la reivindicación exige compromiso y mística y que reivindicar es construir desde la propia vida. Exige jugar la propia existencia en lo que se reivindica. Y nos lo recuerda al plantear que hay que seguir reivindicando la primacía del trabajo sobre el capital, como un eje de nuestra vida porque es donde se juega hoy la principal contienda por la humanización de la existencia, donde se juega nuestra capacidad de compasión, y donde nos jugamos en gran medida la credibilidad de la fe, porque la raíz de la pobreza humana se sitúa precisamente en la primacía que hoy sigue manteniendo el capital sobre el trabajo humano.
El Departamento de Pastoral Obrera de la CEAS publicó hace algunos años «El trabajo humano, principio de vida». José Luis Segovia nos ofrece un paso más en la reflexión coral, proponiéndonos avanzar en una mirada del conflicto social, a través de la compasión y de la mística de ojos abiertos sobre la realidad, que nos lleve a rehumanizar la existencia, desde las víctimas, con la mística del Evangelio, y sanando desde su raíz el trabajo humano, para que sea realmente humano y humanizador.
En estos últimos años hemos conocido un progreso de inhumanidad que resultaba impensable. Y superado el inicial desconcierto, hemos ido abriendo caminos de encarnación, de indignación, de compasión, de comunión y de liberación, que hacen posible vislumbrar “una tierra nueva y unos cielos nuevos” que el Espíritu suscita a cada paso, y que nos reafirma en la centralidad del trabajo humano como clave antropológica que configura la existencia humana abierta al don y a la comunión, que permite construir una sociedad humana, justa y digna, que va siendo Reino de Dios presente que crece.
Mirar la realidad del trabajo humano desde la fe, como pretenden los militantes de la HOAC, o de otros movimientos, o quienes andan comprometidos en esto de la Pastoral Obrera para evangelizar, solo puede hacerse, como dice José Luis, con los brazos alzados a Dios y abiertos a los trabajadores, porque solo así la reivindicación de la primacía del trabajo humano, del trabajador, sobre el capital, será a la vez camino de esperanza, de solidaridad, de conversión, de humanización, y de vida. Solo así iremos construyendo un trabajo humano que sea principio de vida.
Fernando Díaz-Abajo, Secretario del Departamento de Pastoral Obrera de la Conferencia Episcopal Española