¿Por qué la música alta nos deja sordos?

¿A quién no le ha pasado? ¿Quién no ha salido de un concierto o de un local nocturno con esa particular sordera que sólo dejan las horas de música a todo volumen? Si es de los que se acuesta dudando de si a la mañana siguiente volverá a recuperar su oído, no tema.


Una investigación acaba de demostrar que esa pérdida auditiva no responde a un daño sobrevenido por los excesos, sino que se trata de un ‘truco’ que el cuerpo utiliza precisamente para prevenir problemas.

Según explica un equipo de la Universidad de New South (Gales, Reino Unido), la citada sordera reversible es un mecanismo de adaptación que permite a la cóclea seguir cumpliendo su función cuando se expone de forma prolongada a un ruido intenso.

«Es lo que se conoce como fatiga auditiva», confirma Carlos Ruiz Escribano, otorrinolaringólogo del Hospital Universitario Quirón de Madrid. «Esta respuesta fisiológica produce una elevación temporal del umbral de audición como medida de protección». Así, cuando existe una fuente de ruido prolongada y de alta intensidad (por encima de los 85 decibelios), nuestro organismo responde a ese estímulo disminuyendo su capacidad para oír, con lo que se reduce el trauma, explica el especialista.

El fenómeno era bien conocido en las consultas, pero ahora la ciencia ha conseguido desvelar el proceso concreto que lo hace posible. Según los detalles que se publican en la revista ‘Proceedings of the National Academy of Science’ (PNAS), el papel de la hormona ATP y su mecanismo de acción son claves a la hora de permitir esa ‘disminución interna del volumen’ del oído.

En el laboratorio, los investigadores demostraron en un experimento con ratones que aquellos especímenes que no poseían un receptor específico para esa hormona no tenían la capacidad para regular la sensibilidad de sus oídos. Es más, estos animales eran más vulnerables a sufrir problemas auditivos tras estar expuestos a altos niveles de ruido. Según los autores, este hallazgo puede abrir la puerta a nuevas investigaciones que permitan un mejor abordaje de distintos problemas auditivos.

Pese a esta función protectora del oído, tanto los autores de la investigación como el doctor Ruiz Escribano recuerdan que exponerse habitualmente a un ruido especialmente elevado y continuado puede tener consecuencias negativas para la audición.

Cuando se trata de algo puntual, el oído recupera paulatinamente sus capacidades, subrayan los especialistas. Sin embargo, cuando el tiempo de exposición y la intensidad superan ciertos límites, esa pérdida auditiva puede convertirse en algo patológico.

«Personas que trabajan por ejemplo en la industria metalúrgica sin la debida protección o incluso disc jockeys en ocasiones desarrollan una fatiga auditiva crónica», señala Ruiz Escribano. Además de la disminución de la capacidad de oír, este problema también puede ir acompañado de otras alteraciones, como distorsiones en la sonoridad.

Precisamente para evitar estos problemas, los especialistas en Otorrinolaringología recomiendan protegerse adecuadamente del ruido (con cascos externos entre otras medidas) si se trabaja en un entorno laboral de ruido intenso. Del mismo modo, para quien se exponga habitualmente a un volumen de música elevado, también es aconsejable la moderación, evitar las fuentes de máxima sonoridad y cambiar periódicamente de entorno sonoro.

«Es importante prevenir los problemas de oído», remarca Ruiz Escribano, quien recuerda que las alteraciones de la audición a veces se enmascaran tras otros síntomas. «Problemas como la irritabilidad, los cambios de carácter o las diarreas pueden tener detrás un trastorno del oído», concluye

 

Fuente: Diario El Mundo

Madrid – 16/04/2013

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